domingo, 27 de diciembre de 2009

Una carrera de cabras



Palicata y Manese son hermanos que viven en África, en Namibia y pertenecen a una tribu que se llama Himba.
A media tarde, Palicata y Manese estaban hablando y decidieron echar unas carreras con las cabras, pero Palicata le decía a su hermano que el quería la cabra más grande, porque el pensaba que esta corría más. Entonces Manese le dijo que no importaba el tamaño, porque hay cabras pequeñas que corren mucho.
Palicata le dijo:
- Pues vale, vamos a probar si lo que dices es verdad. Yo cogeré la más grande y tú la más pequeña.
- De acuerdo. - Le contestó Manese.
Después, Manese hizo una raya en el suelo con su pierna izquierda para marcar la salida, cogió una piedra y la lanzó lejos, para marcar la llegada. Pusieron a las dos cabras, Blanquita que era la pequeña, y Manchita, la más grande, en la salida.
Los dos hermanos se fueron a la meta, donde pusieron hierba y comenzaron a llamarlas.
Cada uno animaba a su cabra y los dos gritaban:
- Blanquita, corre, Blanquita.
- Manchita, vuela, vuela.
Las dos cabras corrieron en busca de su alimento, siempre llevando la delantera, la pequeña Blanquita, y fue la primera que llegó a la meta.
Entonces le dijo Manese a su hermano.
- Lo ves, que no siempre gana la más grande.
Palicata, lo miró y soltó una gran carcajada corriendo para empezar otro juego.

sábado, 11 de abril de 2009

El príncipe y las dos bolas mágicas.

Erase una vez un príncipe que se llamaba Juan VI y que vivía en un pueblo de España llamado Sierra Rota. Tenía ciento tres años y quería convertirse en joven.
Un día que iba paseando por el bosque de Sierra Rota, se encontró una bola mágica y se la llevó al castillo. Y un día tras una tormenta gigante, la bola mágica se iluminó después de que un rayo le diera en el centro mismo. Entonces después de la tormenta el príncipe le pidió un deseo.
¿Pero qué deseo le solicitó a la bola?

– Bolita, bolita, demuéstrame si eres mágica de verdad convirtiéndome en joven.
– Sí, puedo hacerlo, pero antes tienes que ir al bosque a buscar a otra bola mágica para que pueda hacer el deseo entre las dos.

El príncipe corrió al bosque en busca de la otra mágica. Después de una hora muy larga buscando la bola, se la encontró al lado de un lago encima de una piedra. Como no podía cogerla, fue al castillo cogió una caña y volvió nuevamente. Pero se equivocó de caminó y se perdió, después vino un pájaro carpintero que hablaba y que se llamaba “Martillo”. El viejo príncipe le pregunto:
– ¿Tú sabes dónde está el lago de Sierra Rota?
– Toc, toc, sí, sí, sé donde está, sígueme, yo te guiaré.
Entonces el príncipe fue detrás de Martillo hasta el lago. Una vez en el lago, cogió la caña y atrapó la bola mágica y le dijo al pajarito:
– Martillo, no te vayas. ¿Quieres ser mi mascota.
– Toc, toc, sí, sí, sí quiero.
– Pues sígueme hasta el castillo.
Con la bola y con Martillo llegaron hasta el castillo, y buscaron a la otra bola mágica. El príncipe dijo:
– Mira, bola mágica ya tengo a tu hermana, ahora quiero que cumplas lo prometido.
– Pero ¿Quién es ese pajarito tan mono?
– Ah, ¿este? Es Martillo, me lo encontré en el bosque cuando buscaba a tu hermana, cuando me perdí, el me dirigió hacia el lugar donde estaba ella.
– Pues lo puedes dejar en tu jardín, el no se escapará.
– Pero, ahora quiero que cumplas mi deseo.
- Tu deseo se cumplirá! ¡pim, pum, pam!
En ese momento el príncipe se miró al espejo y se alegró muchísimo porque parecía que tenía dieciocho años. Colorín, colarado, este cuento se ha acabado.